Para las tres preguntas hay poco más de dos respuestas muy sencillas, cuando me fui a vivir solo no sabía hacer poco más de una tortilla francesa y siempre te pica un poco la curiosidad y el amor propio de poderte hacer tu mismo la comida e ir experimentando. Poco a poco fui aprendiendo a hacer más cosas y hasta me puse a hacer una tortilla sin tener mucha idea y con un resultado realmente bueno, la verdad.
Pero antes de la boda (¿la habrá algún día, cielo?) se me puso por delante a un precio de risa y no pude dejar pasar la ocasión.
De momento lo que más hago son postres (y que postres!), la verdad es que el curro apenas me deja cacharrear con ella pero aprovecho los findes para cacharrear con ella y hacer cosas deliciosas de una forma tan fácil que ofende.